Como seres humanos que nos preguntamos el porqué de las cosas, a lo largo de la
historia de nuestra especie hemos tenido esta profunda inquietud, hacia conocer el motivo por el cual estamos
aquí.
Y tal vez más que llegar a conocerlo, o saberlo, lo
que nos ocurre es que indagamos, exploramos y vamos encontrando respuestas, la
mayoría de las veces parciales, incompletas, sobre cuál es ese motivo.
Las explicaciones fluyen, cambian, se van construyendo y
relacionando con nuevos elementos.
Posiblemente será algo en eterna construcción, con aportes
múltiples, como una espiral que se envuelve y se desenvuelve, que se da en cada
individuo pero que siempre se entreteje colectivamente, culturalmente, a través
del intercambio social.
Desde luego, las búsquedas religiosas y filosóficas encausan
corrientes de pensamiento de la humanidad, y también rituales, ceremonias y
otras prácticas que nos ayudan a guiarnos en esa exploración existencial. Y
desde las culturas que no provienen de la matriz histórica de Occidente, como los pueblos originarios
de América, encontramos referentes que no se podrían enmarcar claramente en los
campos de la religión o la filosofía.
Aquí conectamos con una tradición que viene de estas otras
corrientes: la acción-pensamiento tolteca. En el legado del linaje de don Juan
Matus, llegado a un punto de cierre y transformación con Carlos Castaneda, la
cosmovisión tolteca se manifiesta como poderoso referente en el camino de
búsquedas del sentido de la vida.
Somos seres luminosos, seres multidimensionales que cruzan
de un sueño a otro, la conciencia es un tipo particular de energía,
constituimos sondas de exploración que navegamos en la vastedad del universo,
nuestro destino es volver a fundirnos con la fuente del infinito de la cual
provenimos, podemos prepararnos para el encuentro con la muerte, vivir con la
premisa que cuanto nos ocurre hace parte del misterio y así podemos también
terminar nuestros días en este ciclo, nos dice don Juan Matus.
Y resulta que todo esto no es meramente teórico, sino
eminentemente práctico. Se trata de lo que hacemos en el momento, pues no hay
más que el instante presente. La comprensión es importante, desde luego, pero
como un segundo momento, algo que viene después de la experimentación y la
acción.
Gracias por compartir estas sendas y practicar juntos las
artes toltecas,
Camilo Andrés Luna Borda, mayo de 2020